En el panorama actual de la implantología dental, emergen preocupantes tendencias que exigen una reflexión profunda sobre la calidad de la formación y las prácticas profesionales. Estos aspectos no solo comprometen la previsibilidad de los tratamientos, sino que también ponen en riesgo la salud de los pacientes y la credibilidad de nuestra profesión.
1. Formación Superficial: Un Riesgo para Estudiantes y Pacientes
Hoy en día, muchos jóvenes dentistas son introducidos a la práctica clínica con un enfoque desproporcionado en los casos prácticos, dejando de lado la formación teórica sólida. En algunos centros, los estudiantes son rápidamente expuestos a procedimientos complejos sin una base biológica adecuada. Es como enseñar a alguien a volar un avión mostrándole solo los controles básicos, sin explicar las leyes de la aerodinámica o cómo enfrentar situaciones críticas en el aire.
La falta de entendimiento de las reglas biológicas y de criterios clínicos fundamentados crea un círculo de incertidumbre y riesgos:
- Para el estudiante, quien se enfrenta a escenarios que superan sus capacidades, generando estrés y aumentando la probabilidad de errores.
- Para el paciente, cuya salud es comprometida por tratamientos realizados sin el conocimiento necesario para garantizar seguridad y éxito a largo plazo.
Una formación sólida debe priorizar el lenguaje biológico y las bases teóricas que permitan comprender la interacción entre los tejidos y los implantes. Este enfoque es la clave para lograr tratamientos predecibles y evitar complicaciones que podrían haberse prevenido con una mejor educación.
2. La Influencia de la Industria en los Criterios Clínicos
Otra problemática alarmante es cómo la industria de la implantología ha absorbido y desplazado los criterios periodontales conservadores. Esto, unido a la inexperiencia de algunos clínicos, ha llevado a la normalización de decisiones agresivas, como la extracción masiva de piezas dentarias que podrían haberse preservado con tratamientos conservadores.
Se ha convertido en una práctica común optar por implantes dentales y prótesis tipo All-on-X como solución definitiva, incluso en casos donde los dientes podrían haberse mantenido con un pronóstico favorable a largo plazo. Esta tendencia es preocupante porque:
- Prioriza el beneficio económico de la industria (fabricantes de implantes, sistemas de cirugía guiada, radiología) sobre el bienestar del paciente.
- Genera problemas a largo plazo, como la periimplantitis, una complicación frecuente derivada de malas planificaciones o colocaciones erróneas.
El enfoque agresivo de sustituir dientes por implantes debe ser evaluado con una perspectiva ética y clínica. No se trata de reemplazar lo que se puede conservar, sino de aplicar un criterio integral que combine las ventajas de la periodoncia conservadora con la implantología moderna cuando sea necesario y justificado.
Reflexión
La implantología no debe ser vista como un atajo o una solución rápida, sino como una disciplina que requiere conocimiento, responsabilidad y respeto por los principios biológicos. Una formación adecuada y un criterio clínico bien fundamentado son esenciales para garantizar que los tratamientos sean seguros, efectivos y predecibles, siempre priorizando el bienestar del paciente sobre cualquier interés externo.